La tregua político-judicial no llega. Joaquín L. Ramírez

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El más activo diciembre desde décadas se nos ha presentado y, aunque dicen que no cabe la sorpresa, el sobresalto se ha adueñado de nuestras vidas. Dicen que la justicia es lenta, pero no pasiva, ni olvidadiza, ni se queda nunca en el desván, que sigue su curso y llega al final. Todo lo que pudo parecer que iba a la papelera tiene proceso, pues proceso es también el archivo -si lo hay- y siempre también ha de ser explicado. Tampoco cabe creer que la fuerza de acontecimientos coincidentes no va a cesar, todo lo que vemos y leemos cada día tiene su lógica y busca acomodo en la verdad. La especulación, la noticia inexacta, lo que realmente no es, etc. sí que quedan en el olvido, pero aquello que tiene trascendencia delictiva y sus indicios así lo indican sigue su curso. El problema inocultable es que la ejecutoria política y personal del Presidente del Gobierno está -digamos- en jaque y, o no hay respuestas sino silencios o rehúses más que leves, o directamente mentiras, cuya apariencia de realidad se agota en la instancia. La cuadratura de los acontecimientos, el encaje en la legalidad y su transparencia, no llegan, pero la peor versión, el espurio interés y la presunción de arbitrariedad, encajan con fuerza. Se está convirtiendo en una regla. Alguien puede ser inocente, claro, algo puede parecer una comisión de un delito y no serlo, por supuesto y así… Pero no es probable que la insistencia de las investigaciones acerca de un entorno personal-político en asuntos dispares y sin más relación entre personas y hechos que pertenecer al mismo círculo “lídergubernamental”, sea todo falso.

Ante este estado de cosas, procesamientos, condenas, detenciones y autos de prisión, los vaciados de agenda, los silencios más atronadores o los “no lo conozco, relaciones anecdóticas, etc.” no puede conformarnos. No lo hace y genera una inmensa intranquilidad. Lejos de celebrar la acumulación, realmente llamativa, de acusaciones de comportamientos inadecuados en el campo de lo personal con o sin abuso de poder, el desánimo institucional nos está arrasando. Nuestra sociedad necesita mucho más que una explicación, quizá una salida urgente, sintomática y responsable. La completa ausencia de respuesta no va acallarnos, de hecho, olvidarnos o hacernos confundir no es ya una opción.

“Todos nuestros agentes están ocupados…” Unos dimitiendo -los menos-, otros explicándose -con no mucho acierto- y la mayoría huyendo o mimetizándose en la melé… Es Navidad -ya saben, el conjunto de fiestas o su cercanía- y no hay, no se divisa, tregua alguna. Estas fechas señaladas van a ser de cárcel para unos cuantos, testificales e imputaciones para otros y oscuro futuro para más. Este amargo sabor cunde y no estaba en los planes.

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