Nos cuesta recordar que las Navidades siempre son tan fugaces como la presente, parece como si en el pasado las luces y los adornos navideños persistieran con más fuerza que su eco estos días, que se nos escapan entre los dedos sin poderlos asir. Estas fiestas aquí están resultando algo blancas, como el mito y las canciones. No nieva en todos lados, pero algo cae en derredor y hay que abrigarse, los agoreros de lo cálido callan, esperando su oportunidad para alarmarse -e intentar alarmarnos- con cualquier aumento de temperatura. No se preocupen siempre les quedará el verano para su autoimpuesta “misión”. Pero debieran pensarlo un poco, ahora que Bill Gates, por ejemplo, empieza a apostatar del cambio climático y afirma que “todo ha sido demasiado exagerado…” y se opone a lo que dice que “eran perspectivas catastrofistas”. Finalmente, Gates ha cambiado de postura sobre los riesgos del pretendido calentamiento del planeta y lo ha expuesto en un completo y extenso memorándum -octubre de 2025-, en el que aboga por que “se reorienten los esfuerzos hacia la mejora de la vida en el mundo en desarrollo y se mitigue el alarmismo”. Aún sin convertirse al renombrado negacionismo, Gates ha indicado que “el cambio no conducirá a la desaparición de la humanidad, que la gente podrá vivir y prosperar en la mayoría de los lugares de la Tierra en un futuro previsible…”
Quizá muchos no pensaron lo descabellado que resulta “criticar” a las vacas por su proceso digestivo y lo “perjudicial” de la emisión de estos mamíferos de gases tipo metano (CH4) y, encima, al respirar ¡emiten CO2! Es algo así como revelar la equivocación de la Naturaleza, ya que permite “lo que hacen estos bichos…” Piénsenlo, la Tierra es ese planeta que el hombre finalmente no tiene domado, las fuerzas naturales, el fuego, el agua y el aire, cuando arrecian con intensidad, son incontenibles, como lo son los terremotos. La Humanidad no está en condiciones de exhibir “el gran conocimiento”, ni mucho menos la dominación de los continentes y los mares, ¿qué hay para los temporales, los tifones, huracanes, tsunamis o las erupciones volcánicas? ¿cómo afrontar los fenómenos geológicos, meteorológicos y astronómicos? … Resguardándose de ellos en lo posible y con menos soberbia infundada.
Por cierto, la reciente pérdida de interés por las subidas de temperaturas y sus torpes y onerosas medidas, que tenían origen en la producción de electricidad y la supermillonaria cantidad de recursos económicos que significa, es contagiosa. (Hay que ver, ahora que el relato ya casi nos había convencido, vienen a desecharlo…)
Nieva en Madrid, llueve en España -en ocasiones hasta mucho, causando muertes y pérdidas materiales-, sopla el viento mucho y poco, depende. Todavía no hemos entendido el mundo y nos queda.