A vuelta de las incendiadas vacaciones, el Senado ha sido centro de atención por la comparecencia de varios ministros. Fue en la intervención de la Ministra de Medio Ambiente, también vicepresidenta, Sra. Aagesen, dónde se produjo una curiosa anécdota. Un más. La Senadora María Carmen Da Silva Méndez interpeló, cual inquisidora, a la ministra por el uso del nombre Orense, para referirse a… Orense. Parece ser que fue algo inaceptable, pues la Senadora Da Silva avisó a la oradora de que estaba usando un “nombre que no existe”, vamos, una especie de denominación prohibida. “Porque se llama Ourense”, afirmó, y “le dolían los oídos” al escuchar a la oradora. En nuestro país los hechos a veces no importan, pero quizá será interesante aportar que Orense es un nombre documentado en español -el originario castellano, lengua franca peninsular, con rango de idioma universal- desde el siglo XIII. Pueden verse los estudios científicos del origen de la palabra Orense, nombrada la ciudad como Auria, ciudad romana fundada en relación con sus ricas explotaciones de oro. Así los romanos la conocieron como Auria. Fue en la Alta Edad Media cuando su nombre se transformó en Auriensis y, más allá, documentado desde el año 1200 -un año tan antiguo como la propia Orense- se consolidó como Orense en nuestro idioma. Hay otra alternativa posible y es que como algunos sugieren, el origen sea celta y proceda de “Or Ens” -agua caliente, aludiendo a las fuentes termales de la zona-. Precisamente existe un documento fechado en 1200 que dice: “tien Pedro martiz payan del bispo ·Dorens·…” Otro documento del año 1256 hace menció a “don Johan Obispo de ·Orens·…” En lengua gallega aparece como Orense en escritos oficiales ya en 1390. Dice Andrés Freire que “considerar este topónimo ajeno a la ciudad es renegar de su historia. Es insistir que en Galicia moderna solo cabe una identidad aceptable. La de los gallegos que resienten su historia y su pasado…”
El Laberinto español -denominación brillante que otorgó el hispanista Gerald Brenan- no cesa nunca. No sabemos que es más molesto, negar la realidad, tapar los estudios y autores científicos, los malos modos, o la muy infundada autoridad de los interpelantes, en este caso la Senadora Da Silva. No es de recibo mentir por mucho que la verdad les estorbe.
El 8 de junio de 2011 la Comisión de Política Territorial del Senado avaló una moción para renombrar a Álava oficialmente como “Araba”. El insigne político y Senador José Ramón Rabaneda avisó en su intervención: “Álava es vasco, de por sí, es euskera”… (Según el fallecido lingüista Henrike Knörr, esta palabra procede de “álaba”, “lau”, llanura.) En fin, que ni caso, revasquizaron su nombre, por si acaso.