Una espera puede ser larga o corta, según nos parezca independientemente de su duración. Hoy parecen coincidir muchos en que la presidencia Sánchez se les hace la más larga del mundo y, vive Dios, que no acaba. Ahora apunten, Spielmann, “abogado general de la UE”, una extraña denominación, ha elaborado un informe, preceptivo, pero no vinculante, que da grandes esperanzas a los que “cometieron” la ley de amnistía. Dean Spielmann, Luxemburgo ´62, fue el Presidente del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que tumbó la doctrina Parot. Esta norma impedía que los etarras condenados por múltiples asesinatos pudieran salir antes de tiempo por beneficios penitenciarios. Inés del Rio, presa de Eta cumplía 3.828 años de prisión por 24 asesinatos, entre ellos, 12 guardias civiles. Con la doctrina Spielmann, del Rio fue excarcelada tras cumplir 26 años de cárcel. Con ella, salieron libres 60 etarras y 6 terroristas del Grapo.
Cabe preguntarse, en este trámite previo al dictamen del TJUE, si no había otro abogado de este rango en las instituciones judiciales de la UE para pronunciarse sobre la ley de amnistía, sino uno con funestos antecedentes para la democracia española, como éste. Es claro, que el TJUE no tiene por qué fallar en el sentido del desastroso informe, pero también y, sobre todo, es muy posible que se deje guiar por el mismo. Esto es un nuevo jalón para el actual estado de cosas, un atentado contra el sentido común y una interpretación jurídica anticonstitucional a las claras, tal y como defiende la inmensa mayoría de los juristas. ¿Ahora va a ser que la mayoría -más docta y especializada-, superdestacada también cuantitativamente, y a distancia sideral de otras posturas no lleva razón? ¿Palabra de Spielmann?
No está el país para un revés de estas proporciones. Ya que pase el tiempo es dramático, no hacen falta nuevos obstáculos debilitadores. La democracia, el óptimo devenir de los acontecimientos, el estado de derecho, etc. no necesitan a Spielmann (según quiere parecer, el único que no lleva el paso cambiado).
Este absurdo momento del juicio del Tribunal Supremo al Fiscal General del Estado, al que Sánchez irresponsable y capciosamente declara inocente, más todas las causas judiciales que afectan directamente al Presidente empieza a ser invivible. El desgraciado razonamiento de Sánchez esperando agotar su mandato pírrico, sin Cortes, sin mayoría y con la “ilusión” de encontrar en el inmediato futuro suficientes votos iconoclastas e incompatibles entre sí para sumar una mayoría es ir contra la razón. Llevarnos al extremo, sólo pertrechado de relatos imposibles y guionistas geniales tiene límites. Manipular el presente y el pasado, comprometer la democracia y sacrificarlo todo en a favor de la continuidad de “ese hombre Sánchez” no podrá ser, ni siquiera con Spielmann.