ACOM valora positivamente el acuerdo alcanzado entre la Administración de Estados Unidos, el Gobierno del Estado de Israel y varios países árabes moderados. El texto recoge, de forma clara y operativa, las exigencias fundamentales planteadas por Israel desde el inicio de la guerra: la entrega inmediata de los 48 rehenes que Hamás mantiene secuestrados —en un plazo máximo de 72 horas, ya sea su liberación con vida o la entrega de sus cuerpos—; la entrega de armas y la rendición de los terroristas de Hamás, con la posibilidad de solicitar salvoconducto para quienes capitulen; la desmilitarización total del territorio, incluida la destrucción de la red de túneles y la puesta en marcha de un proceso de reeducación para la paz bajo una administración civil compuesta por líderes occidentales y países árabes moderados; y la facilitación del desplazamiento de la población gazatí que, de manera voluntaria, prefiera trasladarse a otras zonas.
ACOM considera que estas medidas constituyen las bases imprescindibles para cerrar una guerra que comenzó Hamás del modo más cruel e inhumano y que se prolongó durante dos años con el apoyo entusiasta de buena parte de la población de Gaza. La irresponsabilidad de la comunidad internacional —al negarse a centrar la solución en la derrota de Hamás y en la liberación incondicional de los secuestrados, más de 50 de los cuales fueron asesinados en cautiverio— ha contribuido a alargar el conflicto y a multiplicar el sufrimiento, tanto de la sociedad israelí como de los palestinos no combatientes. Las muertes, todas, son responsabilidad de Hamás. La paz siempre estuvo donde Israel la señaló, asumiendo incluso condiciones dolorosas para acelerar un acuerdo justo.
A partir de ahora corresponde a Hamás aceptar y cumplir íntegramente su parte. Si no lo hace, Israel estará plenamente legitimado para completar su misión: la derrota total del aparato terrorista, hasta que no quede ni un solo criminal en armas que amenace a su población. Tres apuntes esenciales del plan aceptado por Israel y apoyado por países musulmanes moderados lo confirman. Primero: nace del éxito de la campaña militar israelí —permanentemente saboteada desde España y parte de Europa— que ha demostrado que solo ante la derrota de Hamás es posible una intervención regional eficaz. Segundo: no otorga papel alguno a la corrupta Autoridad Palestina; apenas menciona, de pasada, la necesidad de una reforma profundísima de sus estructuras, lo que desbarata el señuelo utilizado por quienes han blanqueado a ese ente fallido. Tercero: evidencia la futilidad del reconocimiento propagandístico de un “Estado palestino” inexistente; el plan no lo prioriza, lo supedita a condiciones futuras y serias, tal y como sostuvieron siempre quienes se negaron a premiar el terrorismo.
Estamos, en definitiva, ante un triunfo completo de las tesis de Israel: liberación inmediata de los rehenes, rendición y desarme de los terroristas, desmilitarización real y una administración civil orientada a la paz y al desarrollo. Es, además, un rechazo tácito y fundamental del mundo musulmán moderado a las tesis promovidas por Pedro Sánchez, su gobierno de radicales y algunos miembros de la oposición española, según las cuales Israel habría cometido excesos inaceptables. Son precisamente esos países musulmanes quienes respaldan las tesis de Israel y le otorgan un papel central en el futuro de la relación con Gaza. ACOM reitera su firme apoyo a Israel en su lucha contra el terrorismo y la defensa de sus ciudadanos. La única paz duradera llegará tras la derrota total de Hamás, la liberación de todos los rehenes y la instauración en Gaza de un gobierno que no persiga la destrucción de Israel ni el genocidio de los judíos. Cualquier otra salida es un aplazamiento precario y una traición a las víctimas. Ese —y no otro— es el sentido del acuerdo que sella la liberación de los rehenes y la derrota de Hamás.