El antisemitismo moderno disfrazado de defensa cristiana ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio) y el Centro de Estudios Judeo-Cristianos creen necesario dar una respuesta pública ante las afirmaciones vertidas por Juan Manuel de Prada en sendas columnas de opinión (1) (2) en el diario ABC, las cuales, lejos de defender a los cristianos de Oriente Medio, contienen falsedades y se enmarcan en el espectro de ancestrales estereotipos antijudíos que han alimentado siglos de persecución. Es fundamental presentar los datos sin caer en propagandas que pretenden criminalizar al pueblo judío como un colectivo, y en definitiva al Estado de Israel, toda vez que detrás de dichas propagandas se encuentras intereses islamistas internacionales, desde Catar hasta Irán. El articulista simplifica no solo la cuestión sino a Israel mismo, convirtiéndolo en una entidad intrínsecamente malévola que persigue cristianos por puro sadismo teológico, y omite la realidad compleja y el entorno mortalmente hostil en el que Israel se ve obligado a desenvolverse. Así, construye su acusación de «persecución sistemática» a partir de una sucesión de incidentes que presenta como hechos irrefutables. Sin embargo, bajo un análisis riguroso, la narración efectuada se encuentra plagada de falsedades, omisiones clave y falta de contexto. Por ejemplo, la cita que realiza del embajador de Estados Unidos en Israel Mike Huckabee, es inexacta ya que omite la aclaración que realizó el diplomático días después cuando el 22 de julio posteó en la red social X: “La investigación no revela daños en la antigua iglesia de Taybeh y continua la investigación del origen del incendio. NO he atribuido la causa del incendio a ninguna persona o grupo, ya que no lo sabemos con certeza”. Muchos de los casos que cita ignoran deliberadamente el marco bélico-militar en el que se produjeron, y omite mencionar que numerosos jóvenes cristianos israelíes sirven voluntariamente en las Fuerzas de Defensa de Israel, lo que desmonta la idea de una persecución religiosa y confirma su plena integración en la sociedad israelí. Las estadísticas utilizadas ocultan datos falsarios, por ejemplo, cuando afirma que la población cristiana se redujo «del 20% en 1948 al 1,9% actual». Dicha afirmación parece proceder del desconocimiento de qué es la provincia de la Palestina histórica y qué es Israel. La realidad, respaldada por la Oficina Central de Estadísticas de Israel, demuestra que en Israel la población cristiana no solo se mantiene, sino que crece constantemente, aumentando un 1,3% solo en 2023 hasta alcanzar las 187.900 personas. Del mismo modo, no se corresponde con la realidad el tratamiento que se hace del caso de Belén lamentando que haya pasado de ser un 85% cristiana en 1948 a apenas un 10% en la actualidad, sin especificar que este dramático declive coincide exactamente con la transferencia del control de Belén desde Israel hacia la Autoridad Palestina en 1994. Bajo la administración israelí, Belén mantenía su mayoría cristiana; bajo control palestino, esta se desplomó hasta convertirse en una minoría perseguida. Este patrón se reproduce sistemáticamente en toda la región. Gaza, donde la población cristiana se ha diezmado desde la retirada israelí en 2005, perdiendo un 80% de sus efectivos bajo el régimen de Hamás. Los territorios de Cisjordania, donde los cristianos enfrentan presiones sociales crecientes, discriminación sistemática y, en muchos casos, confiscación de tierras por parte de grupos con influencia musulmana. Más allá del conflicto en Israel, en Egipto, la comunidad copta ha sufrido atentados, marginación legal, ataques a iglesias y asesinatos por parte de grupos islamistas. En Líbano, los maronitas, histórica comunidad cristiana, han sido blanco de violencia y desplazamientos, especialmente por parte de Hezbolá y aliados iraníes. No obstante, la indignación por la persecución sufrida por los cristianos en estos casos no ha calado del mismo modo en el columnista. La realidad de las comunidades cristianas en el mundo árabe e islámico es con carácter general preocupante y en demasiados casos, con tintes trágicos, pero no es el caso de los cristianos que viven en el Estado de Israel. La Lista Mundial de Vigilancia 2025 de Open Doors, que clasifica los niveles de presión sobre las comunidades cristianas, sitúa a Yemen en el puesto 3 con 94 puntos sobre 100, a Irán en el 9 con 86 puntos, y a Arabia Saudí en el 12 con 81 puntos. Israel, significativamente, no aparece en esta lista de 50 países perseguidores. Israel no solo garantiza la libertad religiosa de sus ciudadanos cristianos, sino que protege activamente los lugares sagrados del cristianismo. Lugares como la Iglesia del Santo Sepulcro, la Vía Dolorosa o la Basílica de la Natividad se encuentran seguros bajo la protección del Estado de Israel y habrían sido, sin lugar a dudas, objeto de vandalismo, destrucción o control político si cayeran bajo un régimen islamista palestino. Existe una realidad incontestable: Israel es el único país de Oriente Medio donde los cristianos no solo están seguros, sino que prosperan. Los cristianos israelíes disfrutan de libertad religiosa plena, garantizada por la Ley Básica, participan activamente en la vida política, con representación en el Knesset y gobiernos locales, y registran los más altos índices de integración socioeconómica de la región. Los datos son abrumadores: el 84,4% de los estudiantes cristianos israelíes obtienen certificados de matriculación, la tasa más alta entre todos los sectores. El 53,1% de los graduados cristianos árabes continúan estudios universitarios. Esta integración alcanza tal nivel que los jóvenes cristianos sirven voluntariamente en las fuerzas armadas israelíes, demostrando un compromiso con el Estado que desmiente cualquier narrativa de persecución. De hecho, Israel actúa como el único protector efectivo de las minorías cristianas en Oriente Medio. Los cristianos libaneses se muestran agradecidos a Israel por su ayuda en liberarlos de Hezbolá, organización terrorista que amenaza su supervivencia. En Siria, Israel ha protegido a las comunidades tanto cristianas como drusas del avance de grupos islamistas que, paradójicamente, han recibido apoyo de instituciones europeas. En Gaza, bajo el control de Hamás desde 2007, los cristianos sufren lo que los observadores internacionales califican como «cruenta persecución religiosa». Violencia sistemática, secuestros y asesinatos, como el del activista cristiano Rami Ayyad en 2007 que fue torturado para amedrentar a la comunidad cristiana gazatí, restricciones severas a la práctica religiosa, destrucción y profanación de iglesias, y emigración forzosa por amenazas. Todo ello documentado exhaustivamente por organizaciones de derechos humanos. La población cristiana de Gaza se redujo de 5.000 personas en 2007 a apenas 1.000 en 2023, un descenso del 80% que coincide exactamente con el control de Hamás. Una vez más, los cristianos, perseguidos por islamistas, no merecen la indignación de de Prada. Es triste que semejantes declaraciones aparezcan en un medio del prestigio de ABC. La libertad de expresión, valor fundamental de cualquier democracia, no debería servir de coartada para la difusión de falsedades que estigmatizan a todo un pueblo ni para la perpetuación de prejuicios que han causado siglos de persecución. El columnista no está defendiendo a los cristianos de Oriente Medio; solo los instrumentaliza. La naturaleza de ese discurso no contribuye a una comprensión equilibrada de la realidad, sino que refuerza una visión distorsionada y hostil hacia Israel y, por extensión, hacia el pueblo judío. Cuando la verdad no importa y solamente se pretende difundir información sesgada, nos encontramos ante un prejuicio flagrante. Y cuando el objeto de ese prejuicio es el pueblo judío, solo tiene un nombre: ANTISEMITISMO. (1) – «Israel también mata cristianos»: https://www.abc.es/opinion/juan-manuel-de-prada-israel-mata-cristianos-20250721170109-nt.html (2) – «Desde luego que Israel mata cristianos»: https://www.abc.es/opinion/juan-manuel-de-prada-israel-mata-cristianos-20250726143216-nt.html 👉 Versión web |