El floreciente oficio de antipolarizar (no confundir con bipolar). Antonio Nadal

Facebook
Twitter
Threads
WhatsApp

Constituida “La Transición” en “El Régimen de la Transición” y desmoronándose por los perniciosos efectos de la partitocracia, situación ajena a la Historia de España, a los Paniaguados de la Restauración (francesa), en aporía floreciente y bienpagá, les queda luchar contra “la polarización”. El fundamentalismo, mezclado de bondad natural, creencias de D. Cascarón y caras bobas, no llegan ni a demócratas cristianos -donde caben los más notables oportunistas-. Son como un hacha que corta la yugular de lo que no abarca. Y hacen bien. La Historia les depara quizás medio siglo para mutarse y hacerse distintos. Las palabras son “razonables, sensatas, moderadas…”, banderas implacables contra Trump, ternura con Hamas y el terrorismo, y amor a nuestro “niños” cuya devastación semeja con Atila. Los antipolarizados rásganse las vestiduras, pero miran a la entrada de sus bloques o casas de ricos por si hubiese “alguna desagradable” imagen indeseada.

Semejan flatus vocis, papagayos moderados o loros sin colores. Pero están obligados a ser implacables con los competidores. Todo el mundo sabe que despedido de un partido tienes garantizadas dos o tres tertulias televisivas. Razonable y moderado.

La función octogonal es absurda en sí misma. Porque polarizados habitan el espacio de los anti polarizados, y son escupidos, abofeteados, y pasa  a la historia de la viralidad cuando un sensato y respetuoso replica: Que Dios me perdone. Como cuando pecábamos y habría que buscar una mentirijilla. Ser anti polarizados es una estupenda  forma-y muy bien cobrada-forma de vida. El PP puede, incluso, remitirle a ser pregonero de algún pueblo o villa remota. También a ponerle nombre a una calle del próximo plan de ordenación urbana.

Lo hermético de las bandas sensatas y moderadas es su  ahistórica existencia. España-salvo en épocas de dictaduras- ha sesteado sobre la naturaleza misma de un proceso marcado por los enfrentamientos, odios y “polarizaciones”. Cuando en 1812 un grupo de españoles, con ideas francesas y apoyo presencial de los británicos (la Pérfida, el gran y eterno enemigo de España) elaboró una Constitución que dos años después no aceptó el Monarca, ¿por qué los constituyentes de Cádiz, franceses e ingleses no acabaron con la Monarquía al modo Cromwell?

La Monarquía moderada huyó del constitucionalismo (con el visto bueno de lo que era Europa: Francia e Inglaterra) y “el liberalismo” occidental se introdujo en la violencia insurreccional. Desde entonces, el liberalismo es otra excepcionalidad española, símbolo de la izquierda y las derechas, con personajes con Riego y Torrijos, revolucionarios mediante los ejércitos. Desde 1812 somos polarizados, trágicamente pero sin ánimos de reforma. Las Constituciones, con sus indultos y amnistías, parecían juegos de niños violentos y crueles. Por esa razón, España no ha sido nunca una Nación de tradición “constitucional”. Los equilibrios del poder han sido la fuerza, hasta 1874 el Ejercito, después el caciquismo. A continuación, el caos (todos con el banderín de una nueva Constitución), la prosperidad sometida de la Dictadura de Primo de Rivera, la Republica y el Frente Popular -que no contó ni con la benevolencia del socialismo europeo- y el alzamiento, uno de los más desordenados movimientos militares que he analizado, que el sostenimiento general internacional, la aceptación de un sector de la población y la autodestrucción de las terribles facciones, sostuvo y convirtió en el más largo proceso “de paz interna” vivido en la contemporaneidad. Y acallemos algo: Franco fue el único general político del grupo militar que se mantuvo cerca de 40 años, y -menos engañifas-sostenido incondicionalmente por los EEUU e Inglaterra. Potsdam castigó a España y después el Plan Marshall a esta nación torturada. EEUU tenía en Franco uno de sus más firmes aliados. Una gran farsa histórica.

El Régimen de Franco se auto disolvió y en un quinquenio “la transición” (es decir, la partitocracia) había colocado -los curricula eran algo mejores y tampoco había necesidad de ello- a todos y repartido el poder cuyo vacío llenó con creces, sin límites y con dispendios intolerables.

La “polarización” la mantuvimos algunos y el poder fue succionado por los “antis”, que llegaron gracias a los polarizados. Vino el tiempo y Franco quedo para el dolor de no demasiados. Y se perdonó y se olvidó. La vida económica ligada al crecimiento de los 60 y las coyunturas internacionales solicitaba, exigía y, sobre todo, permitía, un cambio político. Y apareció la llamada transición y cuatro décadas después, el más letal veneno de la izquierda: la resurrección “antifascista” auténtica escoria humana que encabeza la memoria: bandidos, ladrones, en un gran negocio.

El antifranquismo durará y ganará elecciones durante más de un siglo. Los anti polarizadores han revolucionado la metaciencia: han hecho suyo el lema de los polarizadores, dejando un desierto social, pero un  espacio político menor.

Los antis son ahora antifranquistas, de género, de cambio climático, trans… el conservatismo ha sustituto al socialismo que ha virado hacia el comunismo modelo Komintern. En consecuencia, la polarización ha terminado. Ya todos son antipolarizados. Era una solución brillante: que el PP -epitome de la sensatez y la moderación- supera al PSOE. Majestuosos planes, pero no explicados, derogará el PP las “obras” del “Sanchismo”. Cierto y verdad, lo no dicho es por dónde. Según el régimen andaluz será por la izquierda del PSOE, según el gallego creando nueva lengua oficial.

El pragmático acontecer es que los Polarizadores ya son de otra dimensión, localizados y ejecutados. Queda un final criterio de convergencia. ¿Quién ha teorizado que el “pueblo” no va a votar a los corruptos, brigantes, ladrones de la izquierda? Cuando era joven y estudiaba la clase obrera, lo primero que establecía era el gasto diario de una familia para sus alimentos: 14 horas y parte del sueldo en especie. En estos momentos no sabría hacerlo, porque son tales los mecanismos del  Estado para mantener a familias enteras subsidiadas que el laberinto es intransitable. Todos estos “pueblos” maestros del pillaje a las ubres del Estado están también en contra de la polarización.

Suscríbete al blog por correo electrónico

Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.

Deja un comentario