El extraño y tortuoso momento que atraviesa España es alarmante. Los innumerables frentes abiertos, desde la proyectada demolición de nuestro sistema judicial -a manos del ministro Bolaños- hasta la causa general de corrupción gubernamental, tienen en jaque al estado. Lejos de poner freno a esta situación, la voluntad del hombre de la máscara es seguir en una personal huida hacia delante que perjudica notable e irremisiblemente a los intereses españoles. Cada paso dado, la amnistía, los equívocos con la OTAN, las extrañas y dopadas relaciones con Marruecos, los acuerdos bilaterales Gobierno-Generalitat de Cataluña y Gobierno del País Vasco, en franca y clara discriminación con el resto de comunidades. Todo profundiza en un nefasto estado de cosas cuya reversibilidad se presenta cada vez más compleja. El daño incalculable que este dirigente incapaz y atenazado por su ejecutoria torpe y sucia está causando, sólo por su empeño soberbio de triunfar como sea, sitúa a España en una posición extremadamente débil y peligrosa. Esa España fuerte que está en la historia está siendo puesta a prueba una vez más, porque es inimaginable que siga resistiendo a pesar de la agresión al gusto de un megalómano irresponsable, que miente sin cesar mientras sigue agrediendo a la democracia y al estado. El rosario de personas, profesionales e instituciones, desafectos a Sánchez, engorda sin parar, pero nada es suficiente para hacerle desistir mientras la amenaza de los hechos no pueda ponerlo frente a la justicia por su propia y probada autoría. Cada paso objetado o corregido por la Unión Europea, Bolaños dirá exactamente lo contrario, una actitud cínica criminal que les vale para continuar horadando la piedra de nuestro futuro, decencia y bienestar.
Los acontecimientos dibujan y condicionan un muy mal final para la aventura de Sánchez, pero no es rápido, tampoco la justicia lo es. La sociedad espuria de este gobierno con los partidos y opciones que básicamente están en contra de la continuidad del estado fue desde el día de su anuncio un auténtico catálogo de intenciones. También el reciente pleno de los “disgustados” aliados puso de manifiesto que nunca tuvieron una mejor oportunidad de causar mayores desmanes que los de ahora y, por lo tanto, seguirán apoyando la causa traidora de un presidente que vende la heredad de la nación por un plato diario de lentejas en Moncloa. Cuanto antes caiga Pedro Sánchez, antes podremos poner manos a la obra para reconstruir la democracia y trabajar por la nación, la prosperidad, la justicia y la igualdad. A la vista del último Pleno del Congreso se ha agravado el hartazgo que produce la mentira permanente y el falso relato construido para eternizar el fraude.