La paz puede ser. Joaquín L. Ramírez

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La flotilla está de vuelta. El viaje de estudios, la “gloriosa” singladura, con guitarra y canciones adolescentes, paradas festivas y muchas sandeces, ha llegado a su fin. Ahora la deportación, tras una detención más técnica que otra cosa y unas dosis de realidad. Dicen que descargar la mercancía humanitaria ha sido coser y cantar, ya que según se ha sabido, no se llevaba más ayuda que la propaganda. Ahora se sabe que la financiación y hasta la propiedad de los barcos eran cosa de Hamas. Entre los viajeros iban dos conocidos etarras, cada uno sabrá la consideración que esto le merece, el resto de pasajeros, activistas, políticos, “influencers” y alguno que otro agente infiltrado del Mossad. De momento, una vez aprehendidos los 473 tripulantes de la “Global Sumud Flotilla”, el alojamiento -parece que fugaz- lo será en el desierto del Néguev, la prisión del Saharonim, junto a la frontera de Egipto.

Pero los acontecimientos se han precipitado y el foco político de mayor interés es el acuerdo de paz. Trump lo puso sobre la mesa e Israel lo aceptó de inmediato, la Unión Europea, la mayoría de los países que la componen, Canadá y otros, más trece países árabes, se sumaron a ello. Ahora Hamas, antes del plazo dado, ha mostrado su aceptación. Los pasos son delicados, el cumplimiento de los veinte puntos y la interpretación de la letra de cada uno de ellos por parte de los actores principales. Por lo pronto se ha pedido que cese toda violencia, algo que las partes afirman acatar. Es la enésima vez que se pacta o se intenta pactar en el este conflicto cronificado, pero siempre hay esperanza en que la luz definitiva alguna vez se haga firme y de forma duradera. Hay que ir paso a paso, el alto el fuego primero, a continuación, cada uno de condicionantes o compromisos que figuran en documento. El mundo lo está deseando.

Guste o no, si esta situación de víspera de la paz se confirma, Trump habrá contribuido de forma crucial e insustituible a la misma y su leyenda encontrará apuntes de mérito hasta ahora escasos -para muchos, inéditos-. Ahora los analistas nos querrán explicar la situación como si la mayoría de ellos lo hubiera previsto. La realidad es que no se esperaba esta salida de ninguna manera y mucho menos con este calendario de inmediatez. Queda mucho para coronar con éxito este sorprendente entendimiento y no se deben echar las campanas al vuelo, pero las mejores energías de cientos de millones de personas circulan fuertes e invisibles y a gran velocidad allá donde deben. La humanidad hace la guerra desde que el mundo lo es, la paz de Gaza, si se hace, nos hará crecer y soñar.

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