MINIATURA HISTÓRICA 30 DE MARZO
UN FAN DE JODIE FOSTER INTENTA ASESINAR AL PRESIDENTE REEGAN.
Tal día como hoy de 1981, el presidente de los EEUU Ronald Reegan, de 70 años, sufría un grave atentado a la salida de un hotel de Washington. Sólo llevaba 69 días en el cargo cuando un disparo en el pecho se alojó en el pulmón izquierdo a dos centímetros del corazón.
La pericia médica en la sala de operaciones le salvó la vida. Eso, y la actuación agente del servicio secreto Jerry Parr, a cargo de su custodia, que lo empujaba con determinación dentro del coche blindado. Y sobre todo, la heroica reacción de Timothy McCarthy, que tal y como estaba entrenado, se puso delante de las balas destinadas a Reagan. Fue herido en la parte baja del pecho.
El peor parado fue James Brady, jefe de prensa de la Casa Blanca, que quedó parapléjico por un disparo en la cabeza.
Aunque parezca paradójico, el objetivo final del atentado no era Reegan, ni la aversión que pudiera tenerle a las tesis del partido republicano, ni siquiera era un atentado de índole político. El motivo no fue otro que el amor no correspondido en la mente de un perturbado.
John W. Kinckley, el autor del intento de magnicidio, era un joven obsesionado con la actriz Jodie Foster. Desde que la vio por primera vez en la película “Taxi Driver” quedó impresionado con ella, transformando un normal sentimiento de admiración en amor enfermizo y fanatizado. Hasta 15 veces seguidas llegó a ver el film dirigido por Martín Scorsese.
Dentro de la locura que le profesaba, comenzó a escribirle cartas y llamarla por teléfono. Incluso se matriculó en un curso en la Universidad de Yale cuando se enteró, a través de la revista People, que la actriz estudiaba allí. Una de las cartas de Hinckley a Foster decía: “Un día tu y yo ocuparemos al Casa Blanca y estos campesinos babearán de envidia»
Cuando fue detenido inmediatamente confesó haber intentado matar al presidente para impresionar a la joven Jodie Foster.