El calendario conmemorativo vuelve con periodicidad, tal y como está configurado. Esta vez regresa con fuerza el Pesebre, aunque el árbol no cesa, ni tiene por qué. Cuando ruge la iconoclastia surge el recurso a la tradición, es un acto o un reflejo rebelde, casi inconsciente. Tras muchos años de “felices fiestas”, resiste “Feliz Navidad”, es creencia, pero también es cultura y es convivencia. La tolerancia empieza por el respeto propio y ajeno, darlo también es exigirlo.
Y llueve, el tiempo se enfría, las referencias a lo cálido del otoño son recurrentes, se dicen, pero son extrañas, forzadas. Es el empeño en que las cosas no sean como realmente son, sino cómo se cuenten. Es como “España va como un cohete”, pero no tenemos para pagar el alquiler, un cohete raro, vuela, pero no tiene fuego en la cola. Dice Pere Navarro, director general de Tráfico -así, con minúsculas-, que “el futuro del tráfico será acompañado o no será”. O sea, que este individuo anuncia que van a vigilarnos aún más y pretenden controlar a los ocupantes de los vehículos, será la socialización obligatoria del Blabla-car. Según por qué itinerario o destino, no se podrá pasar, si no se va acompañado, claro, será por “tu bien”. Créanlo, empieza a ser muy raro esto que algunos tienen la desfachatez de llamar progreso. Ahora llega la hora de Bizum, esos pagos instantáneos por teléfono asociados con la app bancaria, Hacienda -la agencia Tributaria- va a vigilarlos desde el primer euro, vaya a ser que se trate de algún descontrol, alguna ilegalidad o… Donaciones encubiertas. Es un prurito de intromisión que, lejos de velar por la moralidad y lo justo, nos convierte a todos en auténticos sospechosos. No, no debiera convertirse el estado en un ente obsesivo, omnipresente, casi acosador, no. ¿Éste era el pacto social? Nadie lo pensó, la democracia no es una coartada para imponer su voluntad ni un grupo, ni un partido o dirigente del mismo, es un estado de igualdad, tolerancia y libertad. Algunos deben aprender que, para velar por la justicia y sus valores, en vez de registrarnos a todos, han de trabajar más y molestar o chequear sólo a los “malos”, no a todos. Tampoco que nuevas normas traspasen ciertos límites, sea en nombre de lo que sea. Que el Parlamento Europeo haya decidido borrar la prohibición de los coches de motor de combustión más allá de 2035 es una buena noticia, aunque alguno no lo sepa.
En suma, ni el relato ni el pretendido bienestar general debe transitar hacia un poder invasor. El estado, que no se olvide, ese que nos hemos dado, puede ser más eficaz, pero no crecer hasta colarse en la intimidad y el albedrío de cada cual. Feliz Navidad.