Tierra de Gracia: La guerra blanca

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Por Carlos Pérez-Ariza para El Nacional de Venezuela

El cerco al mayor capo del momento, Nicolás Maduro, está en desarrollo. La sentencia final del señalamiento judicial contra el jefe del Cártel de los Soles está por pronunciarse, si Maduro es juzgado en Estados Unidos. El bloqueo naval-aéreo estadounidense parece estar en esa dirección.

El escenario judicial-político-militar es más complejo de lo que parece ser una simple manifestación de fuerza naval para que Maduro se entregue voluntariamente, mediante negociación, sea capturado para su juicio en Nueva York o escape a un país amigo. Tales opciones están planteadas, pero ninguna parece, al día de hoy, claramente probable. Ningún analista consultado aquí piensa en que Maduro se entregue; escapar, no le será fácil, y su captura en una operación, tipo Osama bin Laden, tiene altos riesgos bélicos y políticos. Por otra parte, se preguntan: ¿Ese despliegue aéreo-naval es sólo una puesta en escena?

Como se dice en el habla popular español, especialmente andaluz: “Si hay que ir se va… pero, ¿ir pa’ ná?”. Se le puede aplicar a esa presencia de barcos de guerra con sus equipamientos aéreos y miles de marines. Es oportuno pensar que han ido para actuar, pero si no lo hacen, el tráfico de drogas, desde Venezuela hacia Estados Unidos y Europa, continuará y Maduro seguirá de capo mayor. Ya ha habido un ataque, un primer ejemplo ha sido la lancha rápida eliminada por la Navy la semana pasada. La acción ha sido de guerra rápida y clara. Según voceros del mando en el Caribe, los tripulantes echaron los fardos de droga por la borda y, ante el aviso de detenerse, siguieron huyendo. La opción de guerra fue eliminarlos. No pudieron detenerlos para incautar la droga y apresar a los 11 tripulantes e interrogarlos, obteniendo más pruebas contra los Soles. Al parecer no necesitan más evidencias que las que ya tienen la DEA y el juzgado de Nueva York, donde acumulan pruebas desde hace dos décadas. Allí han «cantado» altos cargos del chavismo, Hugo Carvajal, el Pollo; Cliver Alcalá, Leamsy Salazar, quien aseguró que Diosdado Cabello es uno de los jefes de los Soles.

Este Cártel de los Soles no se parece a los conocidos que ha habido en Colombia y ahora en México, porque su estructura se incrusta en el propio Estado venezolano. La banda de Maduro, que la heredó de Hugo Chávez, tomó por asalto a un país y funciona sirviéndose de todos los resortes de la nación. Maduro está perseguido no como presidente ilegal, que lo es, sino como jefe de un narcoestado. Bajo el paraguas de su gobierno –van 26 años en el poder– el narcotráfico que dirigen ganó 8.236 millones de dólares en 2024, afirma Transparencia Internacional. Una cuarta parte de la cocaína que inunda el mundo pasa y sale desde Venezuela. Evidentemente, los Soles están millonarios.

Es sabido que la inteligencia militar estadounidense conoce y tiene en sus coordenadas los almacenes, los puertos de embarques, las rutas de salida y los laboratorios de la droga. Su próxima acción sería bombardear quirúrgicamente esos sitios. Expertos militares de alto rango venezolanos en el exilio informan que esa acción está planteada y pude suceder en cualquier madrugada. Sería un ataque fulminante para debilitar el negocio de los Soles. La Casa Blanca valora esos operativos como inminentes.

Por su parte, el bravucón Maduro saca pecho y envía dos aviones militares venezolanos a sobrevolar a los buques estadounidenses. No los derribaron, pero Mr. Trump ha avisado que lo harán si se repiten esos vuelos. No se entiende bien a qué viene esa provocación del narcorrégimen, que podría desencadenar una escalada de fuego real, pasando a un escenario de guerra entre ambos países. ¿O es lo que busca el irresponsable Maduro? Según fuentes de esos altos rangos militares citados, los cazas F-16 venezolanos no están actualizados y sus pilotos carecen de suficiente pericia profesional. Si Maduro obliga a atacar, presionándolos con amenazas a sus familiares, sería enviar a esos oficiales venezolanos a un suicidio, tipo kamikazes. Les recomiendan que desvíen sus vuelos y aterricen en un país aliado, en Puerto Rico, por ejemplo. Maduro alardea de usar sus tres lanchas patrulleras rápidas iraníes Peykaap III, cargadas con 2 misiles Nasr-1, cada una. Poca cosa para los acorazados y cazas americanos.

Está claro que la presión militar obliga a los Soles a reaccionar. Pactar, huir o ser capturados. Si Estados Unidos logra ese objetivo, se abrirá el escenario del día después. Aunque Mr. Trump afirma que el fin es librar al pueblo estadounidense de la droga, está claro que, si caen Maduro y sus Soles, se abriría la puerta a un probable gobierno de transición representado por la figura del presidente electo, González Urrutia. Las horas pasan en el Caribe venezolano esperando que esta guerra blanca defina sus objetivos bélicos en el teatro de operaciones aéreo-naval. Mientras tanto, la DEA investiga a Zapatero, ese defensor de la narcodictadura de Maduro y su pandilla. Los hermanos Rodríguez no tienen aún precio a sus cabezas, pero están implicados directamente en ese cártel.


Carlos Pérez-Ariza es doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga.

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