Carlos Pérez Ariza

Se habla poco del factor Cuba, que es una variable a despejar en la ecuación del Caribe. Maduro responde inequívocamente al politburó castrista. Él es una pieza secundaria de ese engranaje perverso que ha convertido a Venezuela en su gran colonia

Perder el control sobre Venezuela sería para Cuba un golpe mortífero. Por eso no pueden permitir que Maduro deje el poder, y si él se atreve, podrían asesinarlo. Lo ha declarado la congresista estadounidense, María Elvira Salazar a Fox News, al comentar la conversación entre Maduro y Trump. Maduro les tiene miedo, sabe cómo funciona el G2 cubano; no va a huir, y si lo hiciera, sería eliminado y sustituido por otra ficha de la entera confianza del politburó cubano. En tal caso, los hermanos Rodríguez, él, ella o ambos, estarían en el podio ganador.

No en vano, declaraciones de voceros del gobierno de Estados Unidos han aflorado que, tras la caída del narcorrégimen terrorista venezolano, caerán Nicaragua y Cuba, otros cánceres enquistados en el territorio hispanoamericano. Todo eso está por ocurrir, pues es un deseo perentorio, pero una operación de matices imprevistos. Aunque Cuba atraviesa, en estos días, una epidemia sanitaria de grandes proporciones.

            El daño económico, sociológico e histórico del castrismo al continente ha sido de dimensiones telúricas. El retraso del avance de las libertades es hoy un factor de profundidades medibles. Han llevado a sus países hermanos a hundirse en la miseria que ellos han sembrado en Cuba. El desarrollo de esos pueblos ha sido postergado decenas de años en nombre de una ideología enemiga de la alternancia en el poder y, sobre todo, de la libertad. Como una plaga destructiva, Fidel Castro y su engranaje de la inteligencia cubana, han perfeccionado la toma del poder de gobiernos lacayos de él y su pensamiento perverso.

            Tras la estrategia del foco guerrillero, que los llevó al poder en Cuba, y probarlo durante décadas en Colombia, y en los duros años sesenta y setenta en Venezuela, Bolivia y Centro América, se le abrió la puerta a la vía electoral de coaliciones del Poder Popular en Chile en 1971. Un experimento que le abrió a Castro la puerta para la conquista soñada de todo el continente. La perla del Caribe, Venezuela, se le resistía, hasta que llegó el paracaidista traidor, Hugo Chávez y se la entregó en bandeja de plata. Eso fue hace ya 32 años. Puede que el castrismo esté frente a su gran derrota si se logra extirpar el tumor que representa Maduro, su Cártel de los Soles y la banda mafiosa venezolana. El régimen narcoterrorista dice que el pueblo los apoya.

¿Qué dice el pueblo? Una encuesta reciente (4 al 10 noviembre 2025), del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, dice que para los venezolanos de hoy es imprescindible un cambio político, que quieren una transición a la democracia con el liderazgo opositor y no una pactada con el chavismo; ven realista un crecimiento económico, que los saquen de la miseria. Señalan que habrá tensiones psicosociales. La encuesta ha sido dirigida por el psicólogo y director de dicho centro, Ángel Oropeza. Este estudio no se ha publicado, debido a las represalias que podrían causar a sus realizadores. Aquí glosamos los principales resultados, según Benigno Alarcón, quien nos ha hecho llegar su análisis.

Dice Alarcón: “Ofrece [la encuesta] una radiografía del estado de ánimo, las percepciones y expectativas de la gente común”. Los hallazgos, basados en 1.000 entrevistas directas a personas inscritas en el Registro Electoral, revelan que al día de hoy se mantiene un consenso abrumador sobre la necesidad de un nuevo rumbo político. Casi 8 de cada 10 venezolanos (77,1%) consideran que un cambio de gobierno es «necesario» o «muy necesario». Entre los datos destacados de esta encuesta copiamos los siguientes:

            –La gestión de Maduro es “mala” o “muy mala”.

            –El llamado “chavismo blando” (la mitad del chavismo) cree en un cambio de gobierno. Es un sentimiento general y no solo partidista o de la oposición

            –La ciudadanía se cree factor del cambio, pero su actuación se limita por miedo.

            –¿Quién puede liderar ese cambio? Creen que el pueblo, encabezado por los ganadores de las elecciones presidenciales: Edmundo González Urrutia y María Corina Machado. No hay apoyo mayoritario a que el nuevo gobierno se establezca con alianzas alternativas y distintas a la que resultó ganadora de la elección presidencial de 2024.

–La mayoría exige el castigo para todos los responsables de corrupción y violaciones de derechos humanos. Las opciones que buscan acuerdos o reducción de penas para quienes colaboren suman una minoría.

– Las expectativas temporales de mejora económica son moderadas. Ese cambio tardará entre uno y tres años o algo más, según los encuestados.

En síntesis, la sociedad venezolana tiene la base emocional, racional y política suficientes para acompañar una transición exitosa, pero requiere liderazgo claro, narrativa estratégica y una hoja de ruta honesta que combine gradualismo con resultados concretos. Los venezolanos están preparados.