La reparación y el rumbo. Joaquín L. Ramírez

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El tiempo se nos pasa, después de tanto, hasta detenciones e informes reveladores de la UCO, aún queda margen de maniobra para que Bolaños agite el proyecto de ley contra la justicia en España. El complejo entramado parlamentario de “pactos progresistas” no muestra a simple vista qué iniciativas pueden o no contar con la amalgama política que respaldó a Sánchez en la investidura. De todos, el más fiable socio parece ser Bildu, su pragmatismo demoledor y su oscuro pasado relacionado con el terror le hace ver a las claras que Sánchez es su mejor baza. El resto, ese PNV extrañamente orgulloso que encarna Aitor Esteban, pone pegas, objeta y comercia, aunque siempre al final vuelve a votar que sí a “Frankenstein el progre”. Lo mismo pasa con Esquerra, no digamos Sumar -enfadados pero contentos- y el resto. Podemos da una puntada más o menos fallida de vez en cuando y Junts, con tono amenazante y siempre en catalán, usa aquello del mal menor para acabar acudiendo junto a Sánchez en las citas importantes.
EL día de la comparecencia del Presidente del Gobierno para pedir “perdón” y esas cosas de la corrupción, sus socios acabaron por otorgarle la confianza que no pidió. Este festín no se puede acabar y mientras esté en la mano de todos los que abominan de la Constitución y del proceso de la Transición, será que siguen… Por eso, malas son las prisas, a pesar de que las tripas de cualquier ciudadano de bien se revuelven viendo todo lo que se destruye, se malversa, se traiciona, se condiciona a lo peor… Cada día. Tiene la palabra la justicia, no hay otra. Si bien, según se dice, aletean en sus últimos trazos redactores al menos dos informes UCO, investigaciones puestas negro sobre blanco con la exposición de acciones delictuales y escandalosas de aún más personajes de alto responsable rango público. O sea, que estos expedientes serán condicionantes, siempre lo son, y darán a los tribunales elementos esenciales para su funcionamiento y ejercicio. Lo más importante es que arrojen luz para el país, que algunos procesos podridos puedan ser perseguidos, otros interrumpidos o desenmascarados y todos puestos al aire para que sepamos. Todo dicho sea a las puertas del mes de agosto, un tradicional secarral de noticias y acciones. A la sociedad española responsable, cívica y más razonable e impaciente, se le abre un paréntesis que habrá de dar por bueno, las cosas son como son. Pero aún quedan días y julio terminará tan cargado como empezó. España necesita con urgencia un cambio de timón, corregir errores, reparar máquinas y navegar limpia y transparente hacia el futuro, otra vez.

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